Chianti, en todo el mundo es sinónimo de vino: basta solo esta palabra para evocar sabores y aromas de vinos tintos únicos, ideales para acompañar un plato típico de la cocina toscana, pero también para conjugarlos con los de otras tradiciones culinarias. Si el Chianti Classico es la punta de diamante de la producción de la región, el aceite de oliva es su digno compañero. Viñedos y olivares son elementos integrantes del paisaje del Chianti , así como vino y aceite lo son de su mesa. Unas vacaciones en el Chianti no podrán pues decirse completas, sin un tour eno-gastronómico de la zona, porque sólo así podrás realmente conocerlo a fondo.

Especialmente si te encuentras en el Chianti en otoño, no pierdas la ocasión de participar en el evento “cantine aperte” (cantinas abiertas n.t.): podrás emprender las rutas del vino y detenerte en una casa rural del Chianti para beber el vino vendimiado directamente por el campesino. El otoño es también la estación ideal para el aceite de oliva: podrás probar el nuevo, recién exprimido en la prensa, sobre una tajada de buen pan toscano.

Tu tour al descubrimiento de los sabores del Chianti no termina aquí: deteniéndote en una hostería o un agroturismo del Chianti , podrás saborear uno de los tanto platos típicos provenientes de una tradición pobre, y ahora apreciados por su simplicidad y genuinidad, como la “ribollita”, la “bruschetta” y los “crostini neri”.

También una gira por los talleres históricos de algunos poblados antiguos como Greve o Impruneta, durante tu estadía en el Chianti, puede revelarse interesante para aprender a conocer la actividad que tradicionalmente han acompañado esta región en el tiempo: la cerámica, la realización y el restauro de muebles, las cestas de mimbre.