Villa Guicciardini Corsi Salviati fue mencionada por primera vez en un documento del 1502 que registra la adquisición de un poder, de la residencia patronal y de la casa de los trabajadores en la localidad de San Martino en Sesto, por parte de Simone de Iacopo Corsi.

A partir del Seiscientos, la villa y el jardín que la circunda han sido objeto de numerosas transformaciones, que iniciaron en 1644, cuando Giovanni y Lorenzo Corsi confiaron los trabajos para la ampliación de todo el complejo a Gherardo Silvani y Baccio del Bianco.

Pero fue entre 1708 y 1750 que el jardín y la villa asumieron la forma que conocemos hoy en día. La parte externa de la villa fue decorada con estucos y en las esquinas del edificio fueron construidas cuatro torres. Fueron construidos nuevos juegos de agua, los sobrios parterres de forma rectangular del jardín “a la italiana” fueron sustituidos por más antojadizos parterres de forma triangular, fueron añadidas decoraciones y rejas de hierro forjado.

En el Ochocientos, el jardín fue objeto de nuevas modificaciones, en obsequio al gusto inglés que estaba poniéndose de moda también en Italia. Interesado en botánica, el marqués Francesco Antonio Corsi Salviati sustituyó numerosos parterres con palmeras y otros árboles exóticos.

Siguiendo las huellas de su padre, Bardo Corsi Salviati, a inicios del Novecientos, arregló el jardín de la villa con la propia colección de plantas ornamentales, pero el conde Giulio Giucciardini Corsi Salviati, que heredó la villa en 1907, devolvió al jardín a su forma original, de los Setecientos.