De los orígenes etrusco-romanos de Arezzo hemos ya hablado en el capítulo anterior de esta guía turística. Pero la ciudad, enraizada sobre la colina de San Donato, tuvo un rol importante en el panorama nacional también en la época de los municipios medioevales libres .

Regida por las familias gibelinas de los Guidi, de los Ubertini y, finalmente, de los Tarlati, fue acumulando territorios e importancia desde los primeros decenios del año mil.

Es en este periodo, en efecto, que entre los palacios y las "casas torre" de la parte alta de Arezzo – aquella que todavía hoy conserva intacta su fascinación medioeval – se iniciaron labores para la realización de la parroquia románica de Santa María (XII siglo) y de la Catedral gótica de San Donato (XIII siglo). Sin olvidar la edificación de un nuevo cerco amurallado (perímetro de más de 2 kilómetros y capaz de encerrar un área de unas 51 hectáreas) y la presencia de un “ studium ”, una de las primerísimas universidades medioevales europeas que supieron distinguirse de las ciencias médicas y en el arte, las enseñanzas literarias y de derecho.
Pero era complicado vivir en una Toscana y en una península siempre más güelfa. Esto generó las luchas entre las ciudades de Siena y Florencia. Hasta la desastrosa batalla de Campaldino (11 de junio del 1289). Desde aquella fecha, monumentos y gente, territorios y villas de Arezzo , pasaron al dominio de Florencia (a pesar de que no faltaron varios episodios de rebeliones).

Un dominio que podemos ver todavía, paseando entre los edificios y los apartamentos de Arezzo hasta llegar a las estatuas de Ferdinando I de Medici (frente al Duomo) y Ferdinando III de Lorena (en Piaggia di Murello).