Intentemos imaginar unas vacaciones en un agroturismo en Toscana: viejas moradas campesinas, hoy reestructuradas y dotadas de todas las comodidades modernas, todo alrededor: campos cultivados con trigo, contorsionados árboles de olivo, colinas estriadas con hileras cargadas de uva cada fin de verano.

Pero si nos encontramos alojados en las campiñas alrededor de Pistoia es escenario que se mostrará ante nuestros ojos será un poco diferente.

Porque la “ciudad de la piedra encantada” es conocida y famosa en toda Italia, y no solamente, también por sus viveros. Lo testimonia incluso el panorama que nos acompaña a lo largo de la autopista Florencia- Mar, desde Prato Oeste hasta Altopascio: volteándonos a la izquierda o a la derecha es, en efecto, una seguidilla de plantas de todos los colores, formas y dimensiones.

Números a la mano, entre la capital y parte de los restantes 21 municipios de la provincia Pistoiesa, es posible contar aproximadamente 2.000 negocios que operan en el sector floro-viverístico. Todos juntos representan un cuarto de la entera producción nacional de plantas ornamentales.

No faltan también los cultivos de nicho que en estos últimos años ha obtenido un significativo suceso. ¿Un ejemplo? Hay negocios que se han especializado en los árboles en miniatura, los bonsái, otros en las plantas suculentas, etcétera.

Resumiendo, visitar Pistoia sin transcurrir un par de días paseando por los viveros, sería como tener unas vacaciones a medias.

Y además, no nos olvidemos que en la ciudad de Pescia está el ”Comicent”, acrónimo de "Centro de comercialización de las Flores de la Italia Central", donde cada día se exponen y comercializan miles y miles de flores.