La catedral dedicada a San Zenó con su torre campanario, de unos setenta metros de altura y el Baptisterio de forma octagonal. Pero los tesoros no terminan aquí!

Es en el centro de la "ciudad de piedra encantada", lugar ya escogido por los romanos para domus y forum, que se muestran a los turistas los principales monumentos de Pistoia.

El duomo de la ciudad, la catedral de San Zenó como nota, debe sus formas del día de hoy debido a las labores de reforma realizadas en el curso del XIV siglo. Sin embargo, sus orígenes parecen se mucho más remotos. Bajo el altar mayor se guardan, en efecto, los restos de una iglesia antecedente al año un mil. Entre sus naves, particular atención merecen los frescos, obra de Passignano y el altar de San Jacobo. Este último, realizado en plata entre los siglos XIII y XV, ha sido contado entre las obras de arte de la orfebrería gótica.

Singular, también, la historia del campanario. No fue realizado partiendo de cero, más bien, aprovechando lo que quedaba de una antigua torre militar longobarda.

Para cerrar el tríptico de monumentos está el Baptisterio de San Giovanni in Corte. Inconfundible con sus mármoles blanco/verde y la forma octogonal; debe haber sustituido una preexistente edificación de culto. Lo testimonia la fuente bautismal, obra de Lanfranco da Como, en su interior, preexistente a la edificación que la acoge, por un centenar de años.

Pero sobre la que podemos definir como la plaza más importante de Pistoia, circundada por las características casas toscanas de dos o tres pisos, miran también el Palacio Pretorio, con todavía visibles la mesa de justicia y el banco de los imputados, y Palacio dei Vescovi, en cuyas habitaciones se alojó el emperador Federico Barbarroja.