Ha representado por siglos el ambiente más importante al interior de las casas toscanas. Estamos hablando de la cocina. El laboratorio donde las esposas – y madres – han ideado aquellas pequeñas obras de arte de la cocina toscana, hoy en día famosa y apreciada en todas partes.

Comenzando con los "cantucci" o "biscotti di Prato", receta simple en sus ingredientes (harina, azúcar, huevos y almendras) pero óptima para concluir cada comida. Lo ideal sería remojarlas unos instantes en Vin Santo o, si queremos cambiar un poco, en el Morellino, es decir el Aleático de la isla Elba. Se encuentran a la venta también en sus variantes con fruta confitada, higos secos o gotas de chocolate de cobertura, en lugar de las almendras.

Otro dulce típico de Prato es el "brutto ma buono" (feo pero bueno). Se trata de un producto un poco más duro en la forma, pero sin nada que envidiar a los cantucci en bondad y gusto.

Durante el periodo de carnavales, después, en el Valle del río Bisenzio es posible degustar la "pattona", un tipo de polenta dulce hecha con harina de castañas.

Por el resto, la cocina pratesa no es muy diferente a la florentina. En nuestra sala de estar, en la ribera del río Bisenzio, podremos nuevamente encontrar los crostini di fegatino (tostaditas con paté de hígado) o sino, la polenta frita con salsa de hongos “porcini” ( seta calabaza), la bistec de chianina o sino la “trippa in umido” (tripa en salsa de tomate), etcétera.

Algo cambia, sin embargo, en la carta de los vinos. Dando una ojeada a la lista de los productos locales de Baco no podemos dejar de escoger entre un Chianti Montalbano DOCG, un Carmignano DOCG, un Barco Reale DOC, o un Vin Ruspo DOC.