"...y si no hubiese nacido en Prato, desearía no haber venido al mundo" sentenció Curzio Malaparte a mediados de los Cincuentas en "Maledetti toscani".

Situada en el valle del río Bisenzio y conocida por la calidad de sus tejidos (hasta existe un museo dedicado a la historia de su elaboración), Prato es el municipio toscano con el mayor número de habitantes después de la fronteriza Florencia.

Como sucede con muchos otros centros de la región, sus orígenes se pierden en el tiempo. En la localidad Gonfienti, en el confín con Campi Bisenzio, se han encontrado huellas de aquella que parece ser, para todos los efectos, una ciudad etrusca (a propósito, hablando de etruscos, una visita amerita con seguridad también el Museo Arqueológico de Artimino). Pero también los latinos, que la llamaban “Pagus Cornius”, pisaron su territorio. Da testimonio hoy en día la más grande villa en Toscana (1.440 metros cuadrados) que se remonta al periodo pre-imperial.

Otros significativos signos del pasado de Prato nos llegan del Castillo del Emperador y del Castillo Medieval, del Duomo (Catedral) de la ciudad en estilo romano-gótico dedicado a Santo Stefano y escenario, cada año, de la exhibición de la "Sacra Cintola" (Sagrado Cíngulo).

Mientras que, la estrecha relación que existe entre Prato y el mundo del arte contemporáneo se encuentra en las instalaciones esparcidas, un poco por toda la ciudad y, sobre todo, en el Centro "Luigi Pecci".

Cerramos este capítulo introductorio a la guía turística de Prato indicando un par de exquisiteces que durante nuestra estadía no podemos, absolutamente olvidar de degustar: las características galletas con almendras llamadas "cantucci" o "biscotti di Prato" y el vino Carmignano DOCG, uno los tinto más antiguos de Italia.

Buena lectura y buenas vacaciones en Prato!